La Poderosa


¿Querés mate? No, manzana by hastalavictoriasiempre
17 May 2009, 10:39 pm
Filed under: Grandes pensadores

El Mate-manzana.

Barrio de largas mateadas, nuestro querido Zavaleta. ¿Quién sabe cuántos mates podrán contarse en una sola vuelta manzana? No es que lo mate la manzana, pero cuando le hierve el bocho, le explota el mate y, de repente, empieza a atar a cabitos. Así se hizo pensador, filósofo, observador, hombre de ciencias. Quizá lo conozcan por destacados inventos, como “La pesa de goma dura” o sus ya emblemáticas “Teorías Claudiezcas”, pero en esta oportunidad su creatividad marcó un punto de inflexión en la trama barrial y en la cultura de las infusiones sociales.

Ya temprano por la mañana, su mirada incandescente daba cuenta de la reciente ratificación del fundamento científico que sustentaba su nuevo aporte a la humanidad, tras exhaustivas horas de silencio y meditación en su laboratorio de imaginación. Y por fin, pasado el mediodía, llegó su hora, la hora de la presentación oficial, en la I Feria del Invento, increíblemente celebrada ese mismo día y casualmente inaugurada por él, en un mítico salón que parecía elegido para la ocasión: el comedor de su propia casa. “Bien”, dijo, solemne y cordial. “Aquí, está: acabo de inventar el Mate-manzana”.

El Mate manzana.Tras el murmullo espontáneo, propio de la sorpresa inevitable del espectador ordinario en la sala, las sonrisas dieron paso a la exposición, frente a una platea algo descreída, en principio, y frenética algunos segundos después. “Lo inventé porque me gusta el mate y la manzana. Y ahora mismo voy a probarlo, para que ustedes lo vean”, anunció, desafiante. La tensión generó una atmósfera que subió al máximo el volumen del silencio, a punto tal que la expectativa dejó a todos duros, inmóviles, con la boca cerrada. A todos, incluido el Mate-manzana. “Se quedó trabado. Sí, se trabó. No sé por qué”, argumentó Claudio, succionando con todo el aire de sus pulmones y las garras de sus labios a una vieja birome, devenida en bombilla, incrustada en el corazón de una manzana. Verde, por supuesto.

La gestión trunca amenazaba con abortar la exhibición y la ponencia tan esperada, pero fue entonces cuando su creador apeló a la dosis de carisma y seducción necesaria para conquistar a una tribuna ávida de escucharlo, de aprender, de aplaudir: “Si no les gusta, no lo tomen”, sentenció. Y en un tono mucho más conciliador, agregó: “Y si no me creen, no me crean”.

No podía fallar. Tantos ensayos y tantos errores no habían sido en vano. Cuando la fuerza de su aspiración, en sinergia con su convicción, rompió la barrera improvisada por un pedacito rebelde de manzana en el previamente lubricado canal de la bombilla, el Mate-manzana comenzó a funcionar. Y chupate esa manzana, decían de repente los ojos fosforescentes de Claudio, ante los ojos cautivos de una platea que vivenciaba el regreso del viejo jugo Cipolletti, ahora en un envase tanto más puro, tanto más saludable, tanto menos comercial. Inevitable, el aplauso. Inevitables, las preguntas.

 – ¿Cómo advierte el mateador que ha finalizado su trago?

– Simple. Cuando la manzana se pone flaca, ahí se terminó el mate.

 – ¿Se le puede agregar algo al Mate-Manzana?

– Sí, claro. Se le puede poner hielo, pero azúcar nunca.

 – ¿Por qué?

– Porque el azúcar hace mal. Y el Mate-manzana es más o menos dietético.

 – ¿Se puede hacer con cualquier manzana?

– No, tiene que ser manzana verde, porque la roja es muy dura.

 – ¿Cuántos Mate-manzana se recomienda tomar por día?

– Tres: a la mañana, al mediodía y a la noche.

Claudio, creador del Mate-manzana.Cronistas improvisados de un suceso histórico tomaban nota en sus libretas de apuntes, ante la mirada inexpugnable de un expositor que ante todo expone su condición de observador incesante: “Ehhh,¿tanto van a escribir?”, indagó. Y sin más tiempo para la parafernalia publicitaria, se dispuso a poner sobre la mesa los argumentos vitales para que el Mate-manzana llegara a todos los hogares, como fruto de su origen popular. “Cualquiera puede tomarse un buen Mate-manzana. Si no tienen una bombilla, se compran una gaseosa y piden una. Y si no les alcanza para comprar, hacen como yo, que hice una bombilla con el plástico de una birome. Eso sí, no lo hagan con una ramita, porque quizá tenga tierra. Y además: ¿cómo le hacés el agujero a una ramita?”.

Poco a poco, curiosos aficionados a los inventos, fanáticos racionales de Claudio y reporteros abocados al asunto, comenzaron a dejar la sala, obsesionados varios por tomar contacto con su primer Mate-manzana. Sin embargo, quienes presos del consumo emigraron antes de la reflexión final, no tuvieron acceso al cuestionamiento bíblico que se ocultaba en la creación del joven científico.

Impulsado quizá, justo es decirlo, por la idea de masificar su producto, Claudio propuso que “se le diga a todo el mundo que tomar Mate-manzana trae suerte”. Y no aceptó que esa presunción, ahora sin asidero académico y sin comprobación fáctica, se difundiera a cualquier costo: frente a una propuesta indecente, aseveró de inmediato que no sería justo vociferar que San Martín tomaba Mate-manzana. Pero sin embargo manifestó que “tampoco sería mentira decir que San Martín no tomaba Mate-manzana, y por eso se murió”.

Claudio y un rapto de reflexión.

Estrategias de marketing a un lado, Claudio se definió finalmente por profundizar el argumento teológico adormecido detrás del presunto invento doméstico, que algunos caratulaban como una mera consecuencia fortuita de un vulgar hábito popular. Al demonio las críticas superfluas, cuando el pequeño creador recordó que, según algún libro afamado, Adán y Eva, caídos en la tentación, se comieron una manzana y dieron origen a buena parte del problema grande de la coyuntura actual. “Si se la hubieran tomado, en Mate-manzana, no los hubieran retado”.



Nuestra Señora de los Baños by hastalavictoriasiempre
25 febrero 2009, 3:36 pm
Filed under: Grandes pensadores

 

banos1

 

La fiesta de bienvenida latía en los pasillos nocturnos del hotel, entre fuertes correntadas de aires de mar que parecían imitar al rugido de los caracoles. Pelos mojados, anteojos enormes y camperitas colgando de los hombros hacían sentir un viento de noche, de festival. Y ahí llegaba él, trabando sus pectorales, con bermudas empapadas, andar arrogante, sonrisa soberbia y un metro cuarenta de pura escultura ósea. Tiró la toalla en el banco del vestuario y chapoteando en el piso inundado se adentró en su ducha, para intentar desprenderse de los granos de arena que absorbieron sus poros y sus nalgas, por qué ocultarlo, tras haberle servido de materia prima a los artistas culinarios de la categoría Mayores, en las 512 milanesas que rebozaron con sus 35 kilos de peceto, haciéndolo rodar para un lado y para el otro, de una punta a la otra sobre las playas de Chapadmalal.

 

banos82Tal vez por esa carga de ira acumulada, propia de cualquier carne sometida a un empanado involuntario, Osmar empezó a chorrear ironía para las duchas del costado, ocupadas infortunadamente por dos de sus compañeros mayores. Estaba por fin bajo el agua sin sal, enjuagándose con furia, cuando comenzó a vociferar sus vaticinios para la noche que lo esperaba allí afuera.

 

          A cada uno de ustedes, le voy a presentar una chica, prometió, con dicción zezeosa, acorde a sus 8 años, y un tono politicón, desprendido de su inocultable inclinación populista y demagógica.

          ¿Y cómo son las chicas, para ir sabiendo?, indagó, interesado, uno de los beneficiarios del plan.

           Mirá, irrumpió, imponiendo una pausa, la tuya va a ser una enana, porque vos sos un duende, y la tuya –en alusión a su otro lateral-, será una señora de unos 53 años, advirtió, reparando en la avanzada edad del ofrecido.

          Bueno… -profundizó el “Duende”-, ¿pero de qué atributos físicos estamos hablando? ¿Buenos pechos?

          Y… –meditó, con tono reflexivo-, sí, pero bastante caídos.

          En fin; eso es lo de menos. ¿Es una buena mujer? ¿O qué onda?, se quiso consolar por fin el congraciado, algo ansioso ya.

 

banos72Fue entonces que Osmar consideró necesaria una respuesta más contundente, tajante, categórica, y tomó distancia del bullicio del agua rompiendo en su cabeza, para caminar hasta el banco donde esperaba su toalla. Ahí se envolvió como un panchuque tucumano y dio media vuelta. Miró de frente a la ducha contigua y, con una mezcla de superación e indignación, exclamó: “Y… ¡virgen no va a ser!”.

 

Incumplida y hasta olvidada la promesa, la noche del jueves tuvo un transcurso feliz para él, entre manchas y correteos por todo el hotel, hasta que el sueño lo venció. Su iniciativa celestina y posiblemente sarcástica fracasó o se diluyó en el preciso momento en el que encontró al resto de sus compañeros más grandes desplegando sus alas como buitres por el terreno de baile y hasta tropezó, para su sorpresa, con el abandono de su propio hermano, de apenas 11 años, que también lo relegó por una misión de faldas. Frustrado primero e indiferente después, convocó por unos segundos la atención de los adultos presentes y resolvió jugar el resto de la noche a cualquier cosa que se le ocurriera para demostrar una autonomía lúdica admirable, que sólo claudicó con el desmayó final en la habitación.

 

banos4Recién con el atardecer del viernes llegó el demorado, pero inexorable reclamo de sus vecinos de ducha en el regreso de la playa. Volvía la caravana de los más grandes con los más chicos, cuando Osmar se vio obligado a rendir cuentas de su compromiso trunco delante del grupo y en especial de un atento compañerito, alfeñique de envase y de personalidad atómica, que se autoproclama “Gavilán” entre las 21 y las 24; “Purohuesos”, desde la medianoche hasta el amanecer; y simplemente “Ronan”, en el resto del trajín diario que hace rotar a su triple personalidad; cada una de ellas forrada de un léxico y un vestuario acorde a un carácter específico.

 

          No sé qué fue lo que pasó anoche, se exculpó Osmar.

          ¿Qué pasó con qué?, preguntó un despistado curioso que también acompañaba la caminata de regreso de la playa.

          No sé qué pasó con las mujeres que pensaba presentarles a estos dos…

          Sí, pero aclará qué tipo de mujer era, exigió el Duende.

          Ya les dije: virgen, olvídense, remarcó, enfáticamente.

 

banos61De inmediato, el mismo imprudente pretendió poner entre las cuerdas a Osmar, perturbando con su indagatoria, sin advertirlo, a la concentración disimulada de un Ronan que seguía el diálogo letra a letra. “Pero Osmar, ¿vos sabés qué significa que una mujer no sea virgen?”, preguntó el curioso.

 

Y, por supuesto… ¡Que ya lo hizo!, sentenció Osmar, con una marcada entonación catedrática, que acusaba cierta ofensa por la vulgaridad de la pregunta.

 

banos3Y tanto fue así que, al escuchar ese rotundo “ya lo hizo”, Ronan vinculó el calificativo, el título eclesiástico y esa connotación negativa culturalmente adquirida, para algo tan macabro como el sexo, con el más atroz de los pecados indeseables de su lista, de modo tal que sucumbió ante la tentación ingobernable de entrometerse por fin en el diálogo, con una explosiva inquisición que seguramente hubiera hecho sonrojar a “Gavilán” o a “Purohuesos”, pero que por suerte apenas resultó un paquete de frescura, envuelto de ternura, en la sonrisa de su versión más encantadora.

 

          ¡Que ya hizo qué! ¿Qué ya se hizo pis en la cama?