La Poderosa


Arcos de triunfo by hastalavictoriasiempre
30 marzo 2009, 7:32 pm
Filed under: La Poderosa en Tucumán

 

tubialarco

 

Tarde plena de Fútbol Popular en el aire amistoso de Campo Norte. Después de la clásica ronda para acordar las reglas, entre las dos escuadras, al compás de los lápices que escriben la futura historia tucumana, los chicos disfrutan de un partido intenso, que parece clase de lengua, cuando nos sentimos sujeto, y parece clase de matemática, cuando aprendemos a dividir lo que tenemos para multiplicar lo que soñamos. Pases, gambetas, abrazos, jugadas, centros y gritos de gol, hasta que, de pronto, el partido se detiene por un dilema inesperado que sorprende a todos.

 

Los arcos miden alrededor de 2,5 metros de alto y 5 de ancho, y el que ataja es Tubi; gran guardameta, de baja estatura. Apenas mide un metro treinta, más o menos y, si le tiran la pelota por arriba, es imposible que la alcance. Ojalá pudiera Tubi volar a un ángulo tan elevado como vuela su imaginación cuando la suelta, pero ahí se impone la física, siempre antipática. Alguien observa ese punto. Y unos segundos después, todos observan ese punto. Hay que encontrar el modo de equiparar los tantos.

 

¡Él quiso atajar! -argumenta Lionel-.
¡Cambien de arquero! -propone Miguel-.
 

tubialarco2Tubi no dice nada. Y si no dice nada, dice algo. Pero lo dice sin hablar, porque apenas habla su rostro, fastidioso evidentemente por una derrota inminente. Los chicos en la ronda debaten y reflexionan para encontrar una solución colectiva ante una cuestión que no había sido tomada en cuenta en el consenso inicial. Tal vez, en otra ocasión hubiera bastado el complemento del trabajo en equipo, para que los defensores dispusieran especial atención en evitar los tiros del rival, de modo tal que el arquero no la viera entrar por arriba. Pero en este caso, la cuestión se planteó desde otra mirada. La pelota vuela todo lo que quiere. El travesaño no tiene pensado descender. Tubi quiere atajar. Y nadie quiere sacar una ventaja desleal. Se torna interesante la reflexión y se demora la resolución, hasta que Santiago, autor de los goles hacia Tubi, acepta la injusticia del caso y propone: “¡Pateemos por abajo changos!”. Unos se miran, otros asienten, y a jugar otra vez, al mismo deporte, en la misma cancha, con los mismos amigos, y con una regla más: cuando atajan petisitos, pateamos por abajo. Ahora sí entonces, Tubi se hace gigante, y lo agradece la red a su espalda, que ya no se liga casi ningún pelotazo.

 

Valga esta muestra gratis del Fútbol Popular en Campo Norte (Salta y Brasil, Yerba Buena), a modo de invitación para sumarse al colectivo, cualquier domingo, desde las 18.30, hasta que el sol se esconda tras el arco, siempre de triunfo, toque ganar o toque perder.

 

 



Seamos realistas, soñemos lo imposible by hastalavictoriasiempre
27 marzo 2009, 3:06 am
Filed under: La Poderosa en Buenos Aires

 

Seamos realistas, soñemos lo imposible.

 

Era absurdo, antes de soñarlo. Inmadura, la hidalguía de combatir en la arena de la cotidianeidad al mandato digital de un mundo ya perdido, camino al individualismo y la cosificación de lo importante. Pasado, imaginar un partido de fútbol sin árbitro, que tuviera carcajadas como música de fondo. Inútil, plantear que sería inútil pegarnos patadas entre los vecinos. Insólito, imaginarse el mítico potrero de Iriarte y Zavaleta, rociado de perfume femenino. Inapropiado, el fútbol apto para todo sexo. Imposible, sembrar memoria en la tierra masacrada por la impunidad y el olvido. Soñado, una ronda de culos en la tierra, para mirarnos a los ojos y gritar en silencio, ya nunca más.

ms2Como todas las mañanas domingueras de Zavaleta, desde hace 5 años, la canchita rebalsó desde temprano. Hubo desayuno, abrazos y ronda, para planear juntos la actividad del día, pero también para proyectar juntos la participación colectiva en la Carrera de Miguel. ¿Y por qué Miguel no puede correr la Carrera de Miguel? ¿Y por qué ahí ejercitamos la memoria más que los músculos? ¿Y hacia dónde corría Miguel? ¿Y por qué Miguel corría aunque lloviera? ¿Y qué soñaba, Miguel?

 

ms3Los domingos no hay trabajo físico ni entrenamiento por categorías, como el resto de la semana, en el Fútbol Popular de Zavaleta. Los domingos, se juega. Ni más, ni menos. Y esta vez, hubo visitas. Las chicas del equipo femenino de Estrella de Maldonado se acercaron hasta el barrio para un amistoso inolvidable. Que aquella juega en River. Que la otra está en la selección de once. Que nosotros tenemos a Tati y Maira. Que los hombres ponen más fuerte. Que ojalá vuelva la Tota… Los murmullos se hicieron besos y sonrisas en el círculo central, en cuanto los dos equipos se encontraron para conocerse y pensar juntos las reglas de juego. Desde afuera, los nervios crecían, pero el optimismo exacerbado de Ronan impedía que cundiera el pánico entre los vecinos de Zavaleta: “Ya sé: nos van a pintar la cara».

Robin, temporalmente desafectado del equipo por una lesión, tomó el rol de moderador y dio inicio entonces a un espectáculo bárbaro. Quizá invadido el aire por las ondas del buen fútbol que ahora flota en Parque Patricios, ambos equipos se dispusieron a tocar. Un caño para uno, un sombrerito para otra, y tomala vos, damela a mí, andá a buscarla que te dormí. Las chicas se pusieron en ventaja, y el público se multiplicó para apoyar al conjunto local. A mayor tensión, mayor diversión, pero no sin concentración. Y así se dio vuelta la historia, para un 3 a 1 que finalmente fue 3 a 2.

 

Seamos realistas, soñemos lo imposible.

 

Terminó el juego, que no fue pleito, ni batalla, ni combate, ni enfrentamiento, ni duelo. Fue un hermoso partido de fútbol, que culminó con una cita prometedora: “Ahora nos toca ser locales a nosotras”.  Foto, gaseosa y al comedor, pero no para descansar. No, largo domingo este domingo, porque después de la práctica nos unimos todos en un solo equipo para difundir en Zavaleta el Plan de Alfabetización, que comenzará el próximo 3 de abril. Seamos realistas, soñemos lo imposible.Y ni bien terminada la recorrida barrial, volvimos a pensar en Miguel, en ronda otra vez, pero ahora en torno a una gran tela, que se convirtió en una gran bandera: “Todo Zavaleta corre por Miguel”.

Después de tantas preguntas, descubrimos la importancia de sostener la emblemática carrera como una política de Estado, y no como un antojo de gobierno, puesto que Miguel seguirá corriendo mientras haya en el mundo una Carrera de Miguel. No lo apagaba el agua, ni lo apagó el fuego. Y entendiendo que la memoria es el arquero de nuestro futuro, se hace imprescindible mantener viva la llama del luchador que corrió, desde Tucumán hasta desaparecer, por esta misma posta que hoy nos invita a participar activamente de un movimiento multitudinario, para correr incesantemente detrás de una utopía colectiva. Era absurdo, antes de Miguel.